Tras unas semanas de intensas precampaña y campaña electoral por todos los rincones de la región, cerca de 900.000 extremeños estaban llamados a las urnas el pasado domingo 21 de diciembre para decidir el futuro de Extremadura con diez proyectos políticos diferentes.
A las 20:00 del domingo los colegios electorales se cerraban y, con un 62,73% de participación (más de siete puntos menos que en 2023), la suerte estaba echada y el pueblo ya había hablado.
Con el paso de los primeros minutos se empezaba a dibujar el reparto de escaños y, lo que se vaticinaba en las distintas encuestas publicadas durante estas semanas de campaña, se estaba haciendo realidad.
Un PP con una leve mejoría en el porcentaje de votos pero insuficiente para alcanzar esa mayoría absoluta y no depender de nadie más, con un total de 29 escaños.
El PSOE, el gran damnificado de la jornada, con el pero resultado electoral en la región con 18 escaños, diez menos que en 2023.
Y los grandes beneficiados de la noche. Unidas por Extremadura con un total de 7 escaños, tres más que en los últimos comicios, y Vox, que ha cosechado un total de 11 escaños, superando por más del doble los resultados de las elecciones.
Y es que, aunque la formación encabezada por María Guardiola haya ganado las elecciones, lo cierto es que es una victoria amarga, ya que, una de las intenciones de la candidata cuando volvió a convocar estas elecciones, era desbloquear la situación en la Asamblea y lograr una mayoría absoluta que le permitiera aprobar los presupuestos.
Llegados a este punto, se abre un nuevo episodio donde, al igual que en los últimos comicios, las distintas formaciones deberán negociar hasta que las matemáticas permitan que la investidura salga adelante.





